Fallecimiento de Eduardo Galeano «símbolo de la cultura latinoamericana»
Sin categoría 14 abril, 2015Galeano fue un autor prolífico cuyas obras y pensamientos son
símbolo de las
luchas de América Latina, pero que también recorrieron con voz luminosa el mundo entero, en defensa y comprometido con las causas de los más olvidados y desposeídos.
Antes de emerger como una de las voces más destacadas de la izquierda latinoamericana, Galeano trabajó como obrero de fábrica y mecanógrafo, entre otros oficios, e inició su carrera en el periodismo en el semanario Marcha, a los 20 años.
Más de diez años después, en 1971, irrumpió en la literatura del continente con “Las Venas Abiertas de América Latina”, un ensayo histórico en el que describió y denunció el saqueo de los imperios coloniales en la región.
Galeano y las “Venas Abiertas de América Latina” marcaron a generaciones de lectores que trascienden las fronteras americanas.
El libro, traducido a más de 20 idiomas, fue censurado por las dictaduras militares genocidas de Argentina, Chile y Uruguay.
Precisamente, el Golpe de Estado de 1973 encarceló a Galeano, quién se exilió de Uruguay y residió hasta 1976 en la Argentina, donde también fue perseguido y debió abandonar el país, esta vez rumbo a España. Regresó en 1985 a su nación, desde donde continuó su militancia por los Derechos Humanos.
Galeano escribió también «Memorias del fuego» (1986), «Las palabras andantes» (1993), «Patas para arriba» (1998) y muchas obras más, textos comprometidos por los cuales siempre se recordará a este intelectual de la Patria Grande.
Doctor Honoris Causa de múltiples universidades, recibió en 2010 el Premio Sitg Dagerman, uno de los galardones literarios más relevantes de Suecia. El jurado destacó que Galeano estuvo «siempre y de forma inquebrantable del lado de los condenados».
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Su escritura luminosa quedará en nuestra memoria
Eduardo Galeano escribió desde sus propias venas abiertas el desamparo, la indefensión, la desigualdad, el saqueo de América Latina con dolorido y poderoso acento.
Nos dejó clavado para siempre en la memoria su relato estremecido y su posición militante, también comprometida con la belleza, para decir la desesperanza, el genocidio, la historia.
Generaciones de latinoamericanos nos miramos en los espejos de sus palabras y nos reconocemos en ellas.
«En tiempos de crisis, en tiempos de indefinición, la ambigüedad puede parecerse demasiado a la mentira», escribió, y por cierto no fue ambiguo, no, definitivamente no lo fue.
Se jugó desde el verbo y la acción por el tiempo que le tocó vivir con convicción profunda.
Lo sabemos muy bien, y a esta hora del adiós, hacemos la cuenta de lo que nos plantó en el corazón para que no duela tanto.
Le agrademos la intensidad de su escritura luminosa.
Le agradecemos la emoción, libro adentro, de lo que supo decirnos más allá de las palabras.
Nunca una traición ni un olvido.
Nos ayudó a mirar desde sus hombros la infinitud del todo y a no perder el asombro.
Somos ese mar de fueguitos que seguirán temblando en esta región el mundo.
Cada uno en su luz recordará un fragmento de El libro de los abrazos y buscará consuelo en esas páginas que nunca dejarán de existir.
Hay hombres que marcan su huella para siempre, y uno puede seguir por ella tantas veces como se necesite seguir.
Es una bendita suerte esa.
Qué más se puede decir…
Teresa Parodi, ministra de Cultura de la Nación