Por el Prof. Daniel Perazzo

Hablar del 9 de Julio huele a reafirmación de cadenas rotas y búsqueda de identidades. Y es así, porque en ese poblado perdido llamado San Miguel de Tucumán, allá por 1.816, la Patria se debatía y comenzaba a mediar ante un enfrentamiento entre bandos diferentes y opuestos pero también en muchos puntos, parecidos.

Y allá fueron los congresales, buscando una solución a tantos males y la encontraron, en una casa sencilla, pero de cimientos fuertes. La historia estaba dando el puntapié inicial, un arrebato de libertad y un fin a muchas desigualdades.

En Cuyo, San Martín proyectaba el paso de los Andes y se atrevía a soñar con un mañana.

Por eso, el 9 de julio huele a despertar, a búsqueda de un camino a seguir, a remembranzas y actos heroicos, a ser libres sin importarnos las consecuencias…