Dos colectivos (Cañada de Gómez–Rosario y Rosario–Ezeiza), dos aviones (Ezeiza–Barcelona y Barcelona–Bologna), dos trene (Bologna–Pratto y Pratto–Firenze) y finalmente un bus para llegar a Greve (Firenze), el primer destino.

La residencia, llamada ‘La Macina di San Cresci‘, está a dos kilómetros de Greve. Greve a unos 20km de Florencia. Hay una iglesia que data del 948, si bien es lo más antiguo del lugar, todo el edificio es antiquísimo. La región, reconocida mundialmente por su vino (el ‘Chianti‘), esta inundada de uvas y olivas.

Uno de los directores de la residencia es Duccio Trassinelli, gran diseñador italiano. Sus obras, lámparas de hierro y madera, se encuentran en exposición permanente en museos y galerías de Francia, Italia y Estados Unidos. En estos días voy a subir más datos sobre él.

El estudio esta en la parte más baja del establecimiento. Por él pasaron artistas de USA, Canadá, Australia, Francia, China, Colombia, Italia, Israel, España, Costa Rica, Rusia, Alemania y Argentina entre otros países.

Muchos dejaron sus obras por no poder transportarlas. Entre ellas destaco los pies, dedos y manos del artista estadounidense David Hollander. Así mismo, todos los que dejaron su huella por aquí son geniales.

Tras dos artistas porteñas, soy el tercer argentino en crear en este precioso e histórico lugar. Pueden ampliar la información a través de los e-books con toda la data en el siguiente enlace.

Y, efectivamente, he llegado: tras sufrir el jet lag, unos minutos complicados en Barcelona por la tristemente célebre discriminación española hacia latinos (saqué el pasaporte comunitario cuando ya no me gustó la situación y ‘gualá’), la aerolínea perdió mi equipaje en el trayecto Barcelona-Bologna, sumado a un periodo de adaptación de 3 o 4 días. Gracias a Dios, ya todo pasó y me encuentro felizmente trabajando a full, tratando de buscar esa Nueva Voz.

Agenda cargada en las primeras horas: como bienvenida fui invitado por Duccio y Demetria (Mimma) a comer en su casa. El día viernes fuimos a dos aperturas en Florencia, una fotográfica, otra de pinturas. En la segunda, hablando con una profesional española, confirmé lo que vi por las calles: el mercado es de corte realista, ni una sola pintura que no se asemeje a una fotografía o con claros tintes clásicos.

Por cierto, recién salido de Argentina, me resultó rarisimo que al pararme en la senda peatonal, sobre la vereda, se frenen los autos para darme paso. Ni hablar de la limpieza en todo lugar o que te cobren por llevar bolsas plásticas del supermercado porque son perjudiciales para nuestro planeta. No me será difícil acostumbrarme, al contrario.

Ya hay dos obras cuasi listas y cinco bocetos más esperando su turno para ‘ser final’. Por ahora los tamaños son similares a A3, me gustaría aumentar la escala, pero se complicarían demasiado los viajes. Sin embargo, la idea es comenzar a experimentar. Espero ‘parir’ una obra que marque mi nuevo rumbo aquí en San Cresci.

Ahora si, a seguir trabajando.

fuente: www.diegobaigorri.com