«La fragmentación como estrategia cultural» por Mtra. Erika Guse
Opinión 15 octubre, 2015Por Erika Guse- Felicia (Depto las Colonias)
Ante la presencia de una muestra artística, más que nada en localidades pequeñas, la primera inquietud es: ¿asistirá público a verla?. Muchas veces, cuesta incluir propuestas culturales en la vida cotidiana de quiénes no están acostumbrados a darle la importancia que éstas merecen. Y así, muestras de gran riqueza pasan desapercibidas y los animadores culturales creen que fracasaron en su tarea.
Un primer acercamiento a la propuesta cultural puede hacerse a través de las instituciones educativas. Por ejemplo, refiriéndonos a los niños, se pueden organizar visitas acordadas con las escuelas, con turnos y horarios predeterminados. Los niños siempre ejercen de efecto multiplicador, contando en su familia lo que han visto u oído. Puede complementarse además con un taller o con actividades relacionadas a la temática de la muestra: lo importante es que quede una impronta escrita en sus cuadernos: desde una simple copia hasta un folleto elaborado, desde un “visitamos la muestra” que la seño les haga escribir o fotos publicadas de los niños en la muestra. La marca es necesaria e imprescindible. Debe siempre recordarse que la cultura es un valor intangible, y que por lo tanto, se necesita materializarlo. En cuanto al público adolescente, de nivel secundario, o adulto, de nivel terciario, resultan sumamente útiles los stickers y los flyers.
Si la muestra lo permite, existe otra opción que resulta sumamente útil al momento de que llegue a la mayor cantidad de usuarios culturales posible: la exposición –ya sea fragmentada o rotativa- en lugares de circulación pública: hospitales, bibliotecas, mutuales, bancos, clubes, etc.: espacios que estén abiertos al público de manera permanente, o en horarios determinados, por los cuales circule la población, de manera diaria. Así, por ejemplo, al mismo tiempo que la persona realiza un trámite en la municipalidad o comuna, aprecia la muestra-o una parte de ella- mientras espera su turno de ser atendido. Esta estrategia elimina la necesidad de tener abierta la muestra en horarios y días fijos, y hace que los usuarios culturales lleguen a ella, sin quererlo. Al mismo tiempo, disminuye la tensión del promotor cultural en cuanto a la asistencia o no de público.
Si existe la posibilidad de que dentro de la muestra cada objeto sea independiente uno de otro, al mismo tiempo puede estar expuesta en diferentes espacios geográficos, llegando por consiguiente a públicos diversos. De todas maneras, en la publicidad que se hace de la muestra, debe explicitarse con claridad todos los sitios de exposición, para que la persona que se sienta atraída por lo que ve, pueda recorrer todos los sitios y ver la totalidad. En el caso de que la muestra sea indivisible, puede rotarse el sitio de exposición. De más está decir que este tipo de estrategia necesita una excelente relación del promotor cultural con las instituciones que lo rodean.
Sin duda alguna, los públicos son diversos, y por consiguiente también lo son las idiosincrasias de cada localidad: así también deberán ser las intervenciones: particularizadas y acordes a quién las desee disfrutar. Manteniendo siempre en claro que entre el usuario cultural y el producto cultural no existe una relación obligatoria, sino que la misma siempre es arbitraria y caprichosa, justamente porque transcurre en el amplio espectro del Arte.