La Biblioteca Popular Felicia reconoció a Héctor Rey

La Biblioteca Popular Felicia reconoció a Héctor Rey

Felicia, Gestiones E.C.

En la noche del 22 de diciembre en la sede de la Biblioteca Popular Felicia se realizó en dicha institución el reconocimiento a Héctor Roque Rey: músico, artista, compositor pero sobre todo un gran hombre con valores incalculables, Héctor representó a la comunidad, siendo nominado al Premio «Julio Migno 2022» del Ente Cultural Santafesino.

DONDE NO LLEGAN LAS PALABRAS…

Un 12 de junio de 1943, con el invierno naciente, abre los ojos por primera vez en Felicia, Héctor Roque Rey, hijo de Roque Rey y Yolanda Russemberger. Tan solo cuatro años tenía cuando queda al cuidado de sus abuelos maternos debido al fallecimiento de su mamá.

Su infancia y parte de su juventud transcurren en el campo, entre el tambo y los libros de la escuela. A sus 13 años su papá le da un regalo que le daría alegrías al resto de su vida, una guitarra.

Solito con un método de estudio, aprende a tocarla. Digamos que es un verdadero autodidacta de la música. De Roque no heredó los ojos celestes, pero si el oído absoluto, maravilloso don transmitido de generación en generación por parte de su familia paterna.

A partir de allí, actuó junto a su padre y otros músicos en las fiestas escolares de su querida escuela rural 6100, en fiestas familiares, casamientos y pic.nis.

Cuentan algunas lenguas, que el guitarrero Feliciano era un excelente jugador de fútbol y le gustaban mucho las motos. En una de sus vueltas, su pelo azabache y su campera de cuero, captaron la atención de los ojos celestes de María Luisa Schnidrig, con quien se casó en 1972. Ella con su voz angelical y su templanza de miel, cuidó en su vientre a sus dos hijas, Liliana y Graciela, quienes hoy son profesora y maestra de música. Si, la naranja nunca cae muy lejos del árbol.

Su guitarra, adquirida con gran sacrificio en la antigua casa Núñez es la más amada y codiciada. Tal es así que el gran folklorista Orlando Vera Cruz quiso comprarla, pero alguien dijo “no”, al fin y al cabo, nadie conoce las vueltas de la vida. Y así fue como un día común y corriente, cansado de los tornos y las soldadoras, cazó la viola y comenzó a crear su propio sistema de acordes con los dedos que tenía. Sí, claro que Dios no da talentos a la bartola, quién tiene el don, siempre encuentra la manera de hacerlo brillar.

Además de las seis cuerdas también toca la trompeta, el piano y la armónica, sin dejar afuera a su voz. Eso sin mencionar que si le das un tubo con agujeritos o un alambre con una lata, seguro las hace sonar.

En 1997 participó en la banda de Felicia y en el coro de Bronces de la Iglesia Evangélica, también en los coros de las mismas instituciones como tenor. El mismo año, junto a su hija Liliana y tres músicos, integra el grupo “IDENTIDAD”, junto con el cuál recorre gran parte de la provincia, eventos locales, zonales, la “Feria artesanal del mundo y comunidades indígenas” y junto a quienes se presenta en tres oportunidades en “Una Esperanza a Cosquín”, siendo finalistas en una de ellas. Del año 2002 al 2005 formó junto a su hija y dos amigos el grupo “A.R.T.E” y en 2016 formó, también junto a Liliana y su nieta, Leila el grupo “G 3”, con quienes se presentó en el evento “Querer, Creer, Crear”, organizado por el ministerio de innovación y cultura de la provincia, en actos de Felicia y en un evento cultural de la ciudad de Santo Tomé.

Además de tocar música, también la crea. Algunas de las obras musicales compuestas por Héctor son “A la virgen del milagro”, “Mi armónica en navidad”, “Los felicianos”, y “Canción del centenario” (al club atlético Felicia).

Actualmente, hace actuaciones junto a su nieta Leila en eventos de la zona, en los encuentros corales de la Iglesia Evangélica, y cómo no, religiosamente cada domingo de sobremesa.

Y hace varios años, junto a su acordeonista y compañero, Waldino Walker, comenzaron a llenar de música los Hogares de ancianos y Hospitales de Humboldt, Esperanza, Pilar, Sarmiento, San Jerónimo y Felicia. “En estos lugares interactuamos con un público totalmente distinto, siempre llevándonos más de lo que damos, y es ahí donde comprendí que donde no llegan las palabras, llega la música”, dice Héctor en una entrevista que le realizaron alumnos de la escuela Fiscal de Felicia.

Y así finaliza este breve sobrevuelo sobre la vida de Héctor. Un músico apasionado, un esposo, un padre, y un abuelo impecable, un tornero prolijo y detallista, un artista sin igual.

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